Cables, oleoductos, carreteras, estrechos marítimos, rutas aéreas y satélites forman la frágil red sobre la que se construye la economía global. Se trata de redes invisibles de enorme importancia para la cadena de suministro global y la vida moderna, que, sin embargo, sólo se recuerdan cuando una guerra como la de Ucrania o Israel amenaza uno de estos puntos estratégicos. Un estudio del Deutsche Bank arroja luz sobre los cinco eslabones débiles de la economía global. Es decir, las infraestructuras que no pueden ser reemplazadas por alguna alternativa y por tanto, pueden bloquear la cadena de suministro global.
Hay algunas vulnerabilidades en la economía global que son más o menos conocidas por todos, como las fábricas de semiconductores de Taiwán, los centros financieros globales y el 0,5% de las estaciones de metro de Londres y París que podrían bloquear la mitad de la red.
Pero también existen redes invisibles pero muy importantes, como lo demostraron los daños sufridos por un gasoducto submarino y un cable de telecomunicaciones entre Finlandia y Estonia el 10 de octubre, que recuerdan al sabotaje del gasoducto Nord Stream hace un año. En 2010, la erupción de un volcán en Islandia dejó en tierra un segundo del tráfico aéreo europeo durante ocho días, señala Deutsche Bank.
Tanto Ucrania como Israel se encuentran cerca de puntos tan importantes para la economía global.
– Cables de datos: Hasta 99% de las comunicaciones digitales mundiales, así como 10 billones de dólares en transacciones financieras, pasan por cables de fibra óptica ubicados en el fondo marino. Hay aproximadamente 550 cables activos y en proyecto, con una extensión de 1,4 millones de kilómetros. Muchos son apenas más gruesos que una regadera, explica Deutsche Bank. Estos cables son vulnerables al espionaje, el sabotaje y a daños accidentales.
– Cables eléctricos submarinos: Los interconectores de energía permiten a los países comprar energía eólica o solar más barata a sus vecinos con un clima más favorable, aumentando la seguridad del suministro y gestionando mejor la demanda. Pero pueden ser destruidos por sabotaje o accidente.
– Gasoductos de gas natural: Europa depende de los gasoductos para la mayor parte de su suministro de gas natural. En 2020 importó casi 40% de su gas natural de Rusia y, desde entonces, ha tenido que depender de gasoductos de Noruega e importar GNL. Como demostraron las explosiones de Nord Stream, estos oleoductos son vulnerables al sabotaje.
– Oleoductos: La mayoría de los oleoductos del mundo se encuentran en Europa y Asia y parten de Rusia. Un oleoducto típico tiene unos 50 centímetros de diámetro y puede transportar más de un millón de litros (o 6300 barriles por hora). En comparación, un barril puede transportar menos de 200 barriles a la vez. Los oleoductos son de acero y, siempre que es posible, se entierran. Al igual que los gasoductos, son vulnerables a daños, terremotos y sabotajes.
Algunos ferrocarriles y carreteras en lugares remotos transportan una cantidad desproporcionadamente grande de suministros cruciales para la economía mundial, sin alternativas. Una vasta zona del Congo y Zambia, por ejemplo, es el mayor productor de cobre de África y representa dos tercios de la producción mundial de cobalto. Sin embargo, solo existen cuatro carreteras, todas en mal estado y congestionadas, para transportar estas materias primas desde las minas hasta los puertos de Namibia, Sudáfrica, Mozambique y Tanzania. Algo similar ocurre con la soja de Brasil, el principal exportador mundial. En los últimos dos años, la sequía ha afectado ríos que son vías fluviales vitales, lo que demuestra la vulnerabilidad de estos transportes.
Además del Cabo de Buena Esperanza, existen ocho estrechos importantes para el transporte marítimo. Según explica Deutsche Bank, estas son las cinco claves que abrieron el mundo para el Imperio Británico, si se elimina el Estrecho de Dover y se suman el Canal de Panamá, el Estrecho de Turquía, el Estrecho de Bab el Madeb y el Estrecho de Ormuz. En el sector petrolero, por ejemplo, se transportan por mar más de 601 toneladas de petróleo, siendo el Estrecho de Ormuz el punto más importante para el mercado, ya que una quinta parte del consumo mundial (y un tercio del GNL) pasa por él. En su punto más angosto, el Estrecho de Ormuz tiene tan solo 33 kilómetros de ancho.
Estos estrechos son vulnerables a bloqueos, colisiones o encallamientos de barcos, piratas, ataques terroristas, guerras y accidentes como derrames de petróleo.
El transporte aéreo depende de una red invisible de corredores que puede verse alterada por fenómenos meteorológicos, guerras o eventos inusuales, como el cierre del espacio aéreo español el pasado noviembre para permitir la entrada de un misil chino en la atmósfera terrestre. Las huelgas de controladores aéreos han causado importantes problemas de transporte en Europa este año, mientras que el mayor bloqueo aéreo de la posguerra se produjo en 2010, con la erupción del volcán de Islandia.
El mundo depende en gran medida del Sistema de Posicionamiento Global (GPS) estadounidense. Este utiliza aproximadamente 30 satélites de Posicionamiento, Navegación y Sincronización (PNT) en órbita terrestre, que envían señales a más de 4 mil millones de usuarios en todo el mundo. Sin embargo, estas señales son débiles y propensas a interferencias, y se estima que si se interrumpe el GPS, el costo superará los 1000 millones de dólares al día, solo para Estados Unidos.
(FUENTE: https://www.moneyreview.gr/business-and-finance/125480/deutsche-bank-ta-aorata-diktya-poy-kinoyn-tin-pagkosmia-oikonomia-oi-5-adynamoi-krikoi/)
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